jueves, 6 de noviembre de 2014

Sobre el conocimiento y el cómo desarrollar tu propia opinión

La gran mayoría de las veces, cuando una discusión o un debate aflora en la cercanía de mis allegados, uno de ellos para a preguntar por mi juicio. Algunos, se limitan a asentir ante la proposición de mis argumentos cuando mi opinión es manifestada. Otros, preguntan a los anteriores el porqué de sus acciones. Y estos describen con poca exactitud el porqué lo hacen, afirmando cosas del estilo: «Es que él tiene una opinión muy propia y... eh... mucha fuerza al hablar... y... bueno, no sé, argumentos válidos.»

Desgraciadamente, son pocas las personas que describen con exactitud el porqué me cuesta tan poco criticar racionalmente las situaciones que me rodean para así crear mi propio paradigma de juicio.  Voy a intentar explicarlo.

Todas las personas en el mundo que han poseído el poder que los demás le han otorgado para decidir sobre sus vidas, han obtenido conocimiento para ello. Incluso los monarcas absolutos, recordados la gran mayoría por la historia como palurdos sin dos atisbos de sentido común, fueron educados durante toda su vida para gobernar. Obtuvieron conocimiento, aunque este no fuera el más justo. El conocimiento puede venir de muchas fuentes, pero la más común es la lectura. La diferencia entre una persona que guía a las masas y una persona que sigue a los guías, se puede medir en su nivel de conocimiento, que a su vez se puede medir directa o indirectamente en los libros que este ha leído o en los libros del mentor del mismo.

Además, la lectura no sólo te da diferentes puntos de vista (respuestas) sobre el mundo que te rodea: te formula preguntas capaces de abrir tu mente para así crear tu propio punto de vista. Los primeros libros encontrados no fueron obras fantásticas ni estudios filosóficos: fueron libros de leyes y costumbres, manuscritos que definen como primera fuente de conocimiento las cosas que una sociedad hacía en su vida cotidiana. ¡El conocimiento, a su vez, también nace en el colectivo!

En resumen: si quieres desarrollar tu propia personalidad y por lo tanto opinión, lee. Si no te gusta leer; tienes la suerte de vivir en la era de la información: mira documentales, películas o, incluso, escucha música (a poder ser, música con mensaje, no la típica música de discoteca). Y si no te gusta hacer ninguna de las cosas anteriores, escucha a las personas a las que sí e intenta debatir. Quizá aprendas algo, aunque te advierto: los otros dos caminos son más rápidos y más satisfactorios.

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