Las emociones son habitualmente catalogadas como la
herramientas para alcanzar el placer o incluso el sentido de la existencia, ya
que nos proporcionan una sensación de seguridad ante el desconcierto de la inconsciencia,
un patrón fijado desde nacimiento que te permite alcanzar regocijos que la
razón de por si no puede a la vez que te mantienen alejado de lo que tu
naturaleza reconoce como nocivo de cara a la perpetuación de los genes. A pesar
que dentro del ocio humano se puede provocar emociones primariamente negativas
por mero entretenimiento, o incluso que el arte se valga de estas para
trasmitir una reflexión sobre el espectador (o sea la propia emoción la
finalidad), estas pautas están ahí para causar una reacción sobre nosotros como
individuos en un principio favorable. Pero llegados a cierto punto de
desarrollo estas entran en conflicto con la razón, posicionando la capacidad
humana sobre los instintos naturales y evidenciando esta como manipulación que
es. Ignorando y sobrepasando estas nos fortalecemos de cara a cumplir los
objetivos que la razón nos ofrezca, siempre condicionados por el nivel de
conciencia adquirido. Pues solo una vez emancipado de las pasiones innatas se
puede realmente empezar a desarrollar una apreciación por la existencia como
tal.
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