El mal a pesar de ser repudiado, castigado, temido, perseguido y catalogado
como fuerza antagónica al sentido de la vida se ha mantenido firme ocupando su
lugar en las acciones de los hombres. El mal es solo una percepción que se
enfrenta a un poder, a la tiranía del bien. Toda moral, ley, justicia o
honradez se escuda en un poder que lo mantiene vigente, pues siempre será un
concepto desvalorizado por sus propios aclamadores como ambiguo. Todas las tiranías
e instituciones tenían el bien de su lado, cual prostituta sidosa ha servido de
coartada para defender sus intereses. Mientras que el mal siempre se ha
mantenido invariable y bien definido desde la percepción de cualquier ser
racional. Así pues, el mal encarna la rebeldía. Instinto innato para mantener
el progreso absoluto. La lucha contra toda moral y derecho individual impuesta,
reivindicando una debilidad y potenciando negativamente el progreso total ante
el de un colectivo. El ser corona la racionalidad cuando conquista la libertad
de ejercer el mal ante un bien ambiguo.
Hoy en día, la gente que conscientes del abuso animal y de las vías
alternativas de alimentación reniegan de la moral, y por cualquier motivo,
ejercen su derecho a la indiferencia o a participar en el abuso, renegando de
la igualdad, son la potencia que impulsa a la especie humana a no rendirse ante
el veganismo, acentuando y fortaleciendo el conflicto a nivel cultural entre
progresistas (a los cuales el mal radicaliza y eleva dentro de su condición) y
tradicionalistas (a los que perturba y mantiene en fricción con el progreso).
El fascismo a principios del siglo XX acarreó la instauración un
equilibrio y unos valores a nivel político internacional que no se habrían
alcanzado de mantener una estabilidad gubernativa. A nivel más individual, un
asesinato aparte de ser un acto de inmoralidad explicita, potencia los ideales
del progreso o la rebeldía contra una justicia ambigua. También fortalece el
bando (siguiendo el ejemplo, familia o seres en conflicto con esa maldad
especifica) frustrado denunciando una debilidad y retándole a progresar.
En cualquier valoración que queramos darle a un hecho existirá la ambigüedad
en el bien y la presencia del mal. Mal como valor innato en el ser racional.
Este desarrollo supra moral es la estructura que conforma la relación
entre bien y el mal.
Poder dogmático y rebeldía respectivamente.
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