miércoles, 24 de septiembre de 2014

Al principio de los tiempos es bien sabido que entre las diferentes maravillas que ocupan el mundo había un obsequio que les fue concedido a los hombres para que el mundo fuera un lugar más recto, el reflejo en los ríos y mares que si nos remontamos a los orígenes no mostraban otra cosa que las aspiraciones de aquel que se reflejaba, recreados en formas abstractas y misteriosas que solo unos pocos sabían descifrar. Antes de los tiempos cuando la colaboración entre Apolo y Poseidón en la colonización se pusieron de acuerdo para otorgar a los hombres la capacidad de contemplar sus aspiraciones y deseos del alma plasmados en las olas del mar con la intención de que todos los hombres las tengan siempre presentes en sus vidas. Entonces Apolo escondió en el lago Trichonida una semilla contenedora de sabiduría sobre los tiempos futuros que Cronos le dio para que se extendiera por los mares y permitieran reflejar a los hombres con la victoria que el destino les prometía, pero para la desgracia de los hombres el destino no estaba a merced de los sueños de estos, que normalmente morían antes de poder realizar jamás lo que veían en las olas del mar.
La angustia de los hombres llego a tales extremos que en la ciudad de Ioánina, donde cientos de habitantes veían reflejado en el lago Pamvótida sus idílicas esperanzas, decidieron juntarse para alcanzar los reflejos que el lago ocultaba. Cientos de hombres se arrojaron al agua con la fiereza de un ejército causando la muerte de todos ellos. 
Zeus al enterarse de la tragedia comprendió la crueldad de obligar a los miserables a soportar en el reflejo del agua sus inexistentes logros, que en lugar de alentarles a seguir progresando les alejaba de estos y les sumía más en los males de la vida.  Entonces obligó a Apolo a matar la vida que había extendido la semilla de Cronos, la cual se extendía por los océanos de Poseidón creando coloridos y bellos paisajes ocultos en las profundidades. Pero Apolo, negándose a destruir su creación, volvió a las profundidades del lago Trichonida hasta la semilla original que se había expandido creando una enorme flor e introdujo un espejo que Afrodita le otorgó como símbolo del presente, de la verdad y de la belleza del mundo. Así los mares y lagos reflejaron la realidad misma y no las esperanzas de los hombres, ofreciéndoles el presente como regalo y recordatorio de que al idealizar un futuro uno se aleja de la realidad, ofreciendo centrarse en la objetividad y dejando las aspiraciones a libre elección de los hombres.

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