—Llegas tarde.
Se bajó las gafas de sol, y le dedicó una mirada irónica. Entonces, su amigo se sentó en la silla de enfrente.
—Lo siento, el jefe me ha líado para un informe de última hora.
El que había estado esperando sonrío ampliamente e hizo un gesto con la mano. Enseguida, se acercó la camarera y les tomó el pedido.
—¿Qué has estado haciendo esta media hora?
—Un poco de todo, mirar la mesa, el cielo, el suelo...
—Joder, no me martirices, no habrá sido para tanto.
—No la verdad que no.— replicó. —¿Ves a la chica de la mesa de ahí?
—Sí. Está buenilla.
—No lo decía por eso. Hace un rato, me he girado, casi por instinto, y nuestras miradas se han cruzado, apenas por un momento, y sin embargo, ha sido reveladora. ¿Te ha pasado alguna vez?
—¿Reveladora? ¿En que sentido? ¿Sabes que boleto va a salir premiado esta noche? ¿O es que quieres meterte en sus pantalones?
—No, no, que me lo ha dicho todo sobre ella.
—¿Un vistazo y ya te sabes su vida? Tu si que eres un mentalista y no Patrick Jane.
—Joder, te hablo de algo serio. Que la he podido leer en sus ojos. No te hablo de saber si le gusta más el naranja o el violeta, ni de si prefiere lo salado a lo dulce. Maldita sea, no te rías. —Palmeó la mesa repetidamente para centrar la atención de su oyente— Te estoy diciendo que he podido saber si es feliz, si hay algo que la atormenta, si está satisfecha con su vida, esas cosas.
—¿Y es feliz?
Mientras tenían esta conversación, se había sentado un chico en la mesa de la jóven. El oyente olvidó su pregunta.
—Parece que se te han adelantado. —dijo.
—No intentaba nada con ella tampoco, solo te hablaba del fenómeno éste de cuando cruzas tu mirada por primera vez con alguien.
La camarera dejó en la mesa las cervezas frías y la tapa de patatas bravas. Ambos le dieron gracias rápidamente y asaltaron los víveres.
—Pues sí, respecto al tema este del cruce de miradas, me ha pasado. Pero no sé a que viene.
—¿La verdad? Yo tampoco. —respondió taciturno.
Ambos amigos se centraron, entonces, en disfrutar de la terraza, la comida, la compañía y la conversación intrascendente.
Al acabar, mientras se alejaban, volvió la mirada. Y ahí estaba, de nuevo, ella, mirándolo.
martes, 3 de marzo de 2015
Un poco de nada
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