Las luces de parada de la estación parecían unos frívolos y modernos ojos de mosca, que miraban al frente, impasibles. La música le bajaba las pulsaciones. ¿Qué sonaba? Por el eco y la guitarra distorsionada, hubiera creído que tal vez se tratara de My Bloody Valentine. ¿Era cierto? ¿O era LSD and The Search For God? Iba a ser un día sin más, de los que no generan ningún registro sináptico en el cerebro. O quizá si. Esperaba en esos incomodos bancos de metal. ¿Vendrían con el tren siguiente? ¿O había perdido el tiempo? La foto del melocotón lo relajó. Ya se vería.
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