martes, 28 de abril de 2015

El 1 de mayo ocho anarquistas fueron asesinados por el estado tras torturas y falsas acusaciones por reivindicar la jornada laboral de 8 horas. Hoy en día han prostituido su recuerdo festejando la falsa dignidad del trabajo asalariado. Ni todas las comodidades que el salario te permita podrán compensar las horas de tu vida vendidas al capital. La obligatoriedad y la dependencia económica restringen tus capacidades y limitan tu identidad a la bajeza de una mera herramienta sometida a los privilegios ajenos.
La dignidad de una persona empieza por demoler la lealtad a la autoridad en la que nos educan tanto la escuela como la cultura de masas. 


“El principio fundamental de la anarquía es la abolición del salario y la sustitución del actual sistema industrial y autoritario por un sistema de libre cooperación universal, el único que puede resolver el conflicto que se prepara. La sociedad actual sólo vive por medio de la represión, y nosotros hemos aconsejado una revolución social de los trabajadores contra este sistema de fuerza. Si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas, está bien: mátenme.”
Albert Parsons, uno de los ocho ahorcados en Chicago el 11 de noviembre de 1887, luego de ejecutada la sentencia se comprobó su inocencia.

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