Miedo. Ahora absoluta indiferencia. ¿He cambiado, o solo he aceptado? Algunos demonios me siguen rumiando. Pero quiero ser feliz. Lo quiero más que nada ahora mismo. Sigo preguntándome por esa otra chica, la de junio. Sin embargo, ahora las circunstancias son estas. Y me gustan. Mucho. Solo desearía que algunas cositas fueran diferentes, pero no se puede hacer nada.
Ante ellos, la ciudad. Las luces, las casas. Los tejados se extendían como una masa uniforme de tejas, simulando un valle. Sentía su respiración, su espalda desnuda. No quería nada más. Quizá, más tiempo.
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