martes, 19 de junio de 2018

Dos poemas

Las vistas de gran duna en el mar
de delfines de fuego alertan en mi
tal significativa razón de malestar;
no volvere a tomar café antes de dormir.
Seres fugaces de ojos color rubí,
columpiandose en una rubia espuma
inclinándose sobre mi, lacayos negros
para que les bese la nuca desnuda.
Debe morir si la tierra se hundió
cementerios como herpes de la tierra.
Falcatas de fuego me rozan cortantes
en lo que una vez llamaste mi rostro.
Y desde mi sueño respiro jurando
que nunca mas quiero montar en barco...

Y que morir de belleza tan temprana
que en sus propias llemas se huela la vida
Decir de hacer el bañar de lagrimas,
sin dejar jamas una secuela de filia.
Tras los mares y cristales, una pupila
que tras ella, ella me mira
una sola sonrisa a mis labios
una sola espina de mis cornisas
que morir por belleza, vida mía,
si el sol me grita a la luna gélida
válgame de rosas negras y escóndete:
¡Que por ti yo moriría, vida mía!

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