lunes, 4 de diciembre de 2017

A los sueños que me escriben desmenuzan la pequeña orilla. Ahora solos contemplamos silenciosos el mar. Entraron en la oscura gruta donde muere uno y nace una sutil inapreciable conjunción.  Rampante y rugiente el barco se aleja de las luces de Barcelona sobre un fondo oscuro. Aletea este bañando sus plumas de espaldas a su verdadera cara de proa a popa, atiza un viento helado y el sueño se desliza tras de mi abarcando y engatusando un suave instante a todas las personas en aquel valor. Rugiente y crepitante de madera se descubre un suave vaivén huérfano y desposeído, posiblemente largo y posiblemente olvidado. Entristecido pensé en la gente tras las luces y aletargado en una vida mas allá del mar. En plenos paisajes de frió ignorado besando el atardecer como se deja al caer. En blancos senos llenos de gracia y brillantes alejándose sobre la noche y oscuridad, rumiando a las olas desafiantes ante el basto mar vacío. Y una rampante embarcación tras pequeño desliz de horizonte que juega con tizas de colores.

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