Soy un templo faraonico erguido y elevado, enraizado hasta la piedra bajo la arena.
Soy un perro escapado con una cadena rota colgando, corriendo entre el manto de la nieve crepuscular.
Soy un sol brillante para muchos y una niebla inperceptible para otros tantos.
Soy el dueño de los pergamos perdidos y señor de las llanuras donde la hierba ruje al flotar.
Soy uniforme deforme y amorfo, cualquier ranura puedo atravesar y abarcar.
Soy un portal interdimensional que usan temerosos de su oculto mal.
Soy todo lo abarcable dentro y fuera de las mentes. Encima y debajo paisajes lunares.
Entre el gran desierto blanco un porton ancestral permanece cerrado. Kilometricamente laberintico arquitectado. Mas allá de una sola forma o via. Todas las cosas vivientes imaginables se resguardan de la gran nada. Sueños de terror y de cegadora ilusion tras el inmovil porton rodeado de estatuas derruidas de rostros apagados. Desde aqui puedo ver la tierra y el mar.
miércoles, 13 de julio de 2016
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