-Esta bien, dijo al dejar de mirar el suelo. Cuesta volver a creer que su gesto es honesto-
Por donde empezamos? Viviendo la esperanza se destiñe de un cruento color marrón una vez llega y se planta en el negro de tus pupilas.
-Esta vez podrías caer dormida volver, soñar con iglesias francesas que puedas representar.
-Hasta donde pretendes llegar?- Ni lo sabia ni me importaba, aquella noche la niebla cubría desde las montañas hasta las mas cercanas vallas entre estas y las casas de piedra a mano.
Quieres que te responda o prefieres encontrar una suposición que te haga quedarte tranquila y relajada para dormir, después de muchas noches en vela, de una sola tirada.
-Pareces alterada. Porque no escuchas esta noche a los ecos metiendo la cabeza debajo del agua? Para eso hemos llegado hasta este lugar alejado de toda ciudad en medio de la inmensa nada lo más visiblemente artificialmente lejana.
Esquivar balas y flechas era la especialidad de la casa. Entre cada puesta de sol había mil trampas que afrontar.
- Esta vez no voy solo- me atreví a continuar- me acompañaran desde la isla hasta la más empinada montaña que seamos capaces de encarar.
- Porque no te llevas también un poco de paz mental que servir con el mate? Y porque no me evades hasta caer en lo mas alto de una escalera de revote sin mirar de mantener el equilibrio en el ultimo de los escalones. Esta vez podría ser una culminante, que mas da si al fin y al cabo tu elijes donde poner los puntos y aparte. Sigue mirándome, no apartes la mirada. Esta noche es única y cada mañana que recordemos algo nuevo es una vieja esperanza.
Me pareció ver pasar un ángel por detrás sin poderlo mirar, al mantener la mirada clavada en la pupila dorada de la chavala. Esta vez salia de verdad luz de su lagrimal.
-Déjate la antigua piel atrás y desgasta la nueva, antes de exponerla en una vitrina debe estar teñida de mil mierdas que recojas de la basura. Donde están las caras que nos miraban antes de dejar fija nuestra atención en la mutua cara?
- Creo, sin mas claridad, que las dejamos en el fondo de la mochila junto al diverso equipaje que traje para no caer en la sobriedad demasiado pronto.
Le di permiso para continuar observando mas allá de la profundidad y salió de entre la niebla una nueva ciudad nunca antes vista por nosotros. Blanca como el lomo de un caballo hambriento encerrado junto a la autopista. Con pequeños habitantes escondiéndose en el fondo de las esquinas de diversos retorcidos edificios vacíos y silenciosos. El único ruido parecía ser los pájaros que nos dedicamos a buscar por toda la ciudad por puro aburrimiento. Al encontrarlos todos de tanto desear verlos volar se nos creó las ganas de encontrar un globo aerostático en el que poder marchar y ver desde la lejana perspectiva las fronteras de aquella misteriosa ciudad. Tal fue la ilusión que al pasar por un museo en el fondo del agujero que alguien había dejado en un lateral de una habitación vacía se podía apreciar el esperado medio de transporte. El morboso misterio de a donde nos llevaría nos empujó como una anfetamina a soltar los sacos de arena para llenar nuestros orificios de esta extraña sensación de artificial que se iba confundiendo con nuestro deber natural según se alejaba el globo con nosotros en el fondo por la cúpula abierta del museo de la blanca ciudad
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