martes, 29 de mayo de 2018

La certeza agridulce

Remóntese el tiempo no tan atrás como para olvidar los detalles, hace dos semanas que cambió mi percepción del mundo. Detecté esas miradas al instante, como llamadas de socorro para salir de la mundanidad; aunque fuera por un instante. Receloso me abrí, y mis ojos te llamaron no mucho después. Fue cuando te acercaste cuando lo supe. Era una conversación inocente, de temas banales, pero se gestó ese calor real, vivo, que me devolvió a la realidad despues de pasar mucho tiempo encerrado en comodas mentiras. Supe que ibamos a besarnos mucho antes de que ocurriera. ¿Que haré esta vez para estropearlo? —pensé en más de una ocasión—, pero esta vez no fue así. Solo tu apellido es metáfora suficiente para expresar lo que ha significado para mi. Pienses en mi o no, yo en tu país, tu en el mío, no olvidaré los minutos, los detalles.

¿Qué aguarda a nuestro querido aventurero? —sería la pregunta que hacerse ahora—. La inopia, otra vez. Solo que esta vez es distinto. Esta vez...

domingo, 6 de mayo de 2018

Una isla es un jardín de miradas.

Una isla es un jardín de miradas.
Y yo siendo un isleño grácil de alma risueña
contemplo los retoños con alegría de mi playa.
La isla es un jardín de florecientes fatigas y esquejes.
Y dicen que un isleño de por si cien centurias batía
con una piedra de mano y honda en la sien por caricia:
de hombres callados contra orgullos purpuras de clausura,
de cientos de errores con cadenas de luna a la mar en guerra.
Que una mirada es una pedrada lanzada pero con mas gracia,
y si me alcanza los dientes me besan rosas de cristal de esperas y fantasmas.
Que joven es la isla como recibidor en nuestras aljabas.
Y si lanzo con la honda la pierdo en la mar negra a otra costa.
¡Ahora piérdete que de ti me despedí tanto!
Sin noticias de la isla por una temporada.

Una isla es un jardín de miradas.
Y yo siendo un isleño grácil de alma risueña
contemplo los retoños con alegría de mi playa.
La isla es un jardín de florecientes fatigas.
Y dicen que un isleño de por si batía cien centurias
con una piedra de mano y honda en la sien por caricia:
de hombres callados contra orgullos purpuras de clausura,
de cientos de errores con cadenas de luna a la mar en guerra.
Que una mirada es una pedrada lanzada pero con mas gracia,
y si me alcanza los dientes me besan rosas de cristal de esperas.
Que joven es la isla como recibidor en nuestras aljabas.
Y si lanzo la honda la pierdo en la mar negra a otra costa.
¡Ahora piérdete que de ti me despedí tanto!
Sin noticias de la isla por una temporada.