El robot cocinero la incomodaba. No solo porque deshumanizaba la básica tarea que es cocinar, sino porque le transmitía una sensación hostil que no terminaba de poder explicar. En esos fríos ojos verdes —si es que podían llamarse ojos— no encontraba el menor atisbo de interés en lo que estaba haciendo, ni en lo que podría estar haciendo y no hacía. Nada. Completamente ajeno a él y a todo lo que no fuera cocinar. Verónica se preguntaba si había sido un cambio a mejor añadir una subrutina de cocina en su androide personal. Al menos, hacía una tarta de queso riquísima.
martes, 28 de noviembre de 2017
domingo, 26 de noviembre de 2017
Paseo por una verbena (2015)
El bullicio de jóvenes alterados, confusos y sugestionados
le contenía de manera obscena dentro de la aglomeración. Una hectárea de pura
materia orgánica joven y embriagada por el alcohol (así se mantienen paralelos
la indignación social y la organización). Una verdadera horda de maromos con
gafas de sol bajo una noche enferma de contaminación lumínica y chorbas
encasilladas voluntariamente en un tribal festival al desprecio y a la búsqueda de la triste felicidad que las
tabaqueras prometen. El self-disgusted chaval andaba sin rumbo botella en mano
observando el panorama. Conversaciones difuminadas e inconcretas, obsesión,
posesión sexual, de vez en cuando alguna chiquilla más joven que su tanga
increpaba su falsa seguridad manteniendo la mirada con todo adulto que se
topase, la abundancia de policía ejerciendo su oficio mirando con pasividad y
sobriedad la explanada en busca de algún conflicto sobre el cual imponer su
autoridad culpando al alcohol en su capada opinión propia. (No se plantea que
los aristócratas que escriben sus leyes son los mismos que venden las botellas
en 3x2 en estas ocasiones) y de vez en cuando alguna persona sombría encogida
mirando al suelo luchando contra su nivel de alcohol en sangre, náuseas y
posible vergüenza o arrepentimiento. La conclusión es inequívoca: Este tipo de
celebraciones está enfocado tanto a nivel comercial como recreativo hacia el
consumo de drogas legales (y a nivel clandestino también ilegales) No hay
salida aparente de la decadente escenografía más que dejarte atrapar por lo
extravagante de la situación y dejar que la carga ambiental disminuya según el
crítico juicio se va acomodando a medida que la botella va terminando su vida
útil. Una vez asimilada la situación empieza la búsqueda de la predilecta del
joven entre la indiferente continuidad de pasión y euforia apilada sobre la
arena. Su recuerdo complementaba el efecto de la bebida obcecándole en una
insana obsesión por encontrarla y romper las barreras comunicativas que
edificaron sus defectos de una patada y abordar su mundo interior con la más
detonadora violencia posible. Llega al punto de ignorar a otros conocidos
suficientemente interesantes para establecer una efímera y estúpida
conversación mientras pasa la noche, pero ya ha vuelto a caer en un estado de
dependencia emocional y casi física de su figura. Según la localiza bailando
angelicalmente rodeada de supuestos colegas, según avanza aminorando la marcha
hacia ella con los ojos clavas, las miradas se cruzan por un tímido instante no
carente de simbolismo pero no interpretable para el contexto psicológico del
chaval. Sus ganas de soledad se incrementas según la duda y la inseguridad
manchan su pecho. “¿Qué pensará viéndome alejarme tristemente entre este
grotesco escenario? ¿Acaso se habrá percatado?”
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