No importa saber como llegamos hasta allá pero se podía vislumbrar al fondo del paisaje un campanario de cien metros de largo aproximados. A ojo la ciudad debía medir unos pocos kilómetros y los habitantes se dejaban ver pasear tímidamente entre las calles. Algunos llorando otros tratando de esquivar el miedo que les causaban los primeros. Esto nos asombro y nos hizo sentirnos uno subidos en nuestro globo aerostático robado del museo que sobresalía de entre las irregulares terrazas blancas compuestas de tejas y antenas descompuestas por el viento constante que todo iba desgastando, pero que para nosotros era un motor mas fiable que el cambio plasmado en dibujos abstractos que usaban como moneda de cambio en la ciudad. Pasando rozando una torre particularmente elevada se podía apreciar por un instante a través de la pequeña ventana uno entre miles de personas atrapadas con la puerta cerrada en una minúscula instancia. Aquella cara de soledad no se le quitaría nunca, estaba tan aferrada a su rostro que no pudo apreciar la curiosidad que se asomaba por un casual en el marco de su pequeña ventana con vistas a la ciudad blanca.
-Teniendo la puerta abierta se hace mas difícil enfrentarse a la esperanza que tanto nos ha costado llegar a apreciar.- Dije sin llegar a pensar en nada nuevo al mantener la mirada sobre el paisaje grisáceo de aquella lejana ciudad.
- Puede que se encuentre en la cumbre del arte, escondido tras la abstracta representación de los papeles, la banalidad de la comodidad.- Esta triste, pude notar por el olor de los colores de sus contornos.
Esta ciudad necesita un incendio que pueda impulsar la llama, mantenida resguardada tanto tiempo tras las cámaras que grababan hasta el ultimo centímetro de las calles, alcantarillas y casas de la antigua ciudad.
-Deja de divagar, mira lo que se viene por encima de nosotros!- Me dijo despertándome del nacimiento de mi enojo para señalarme dos ganchos gigantes que colgaban atados a unas cuerdas caídas de lo mas alto del cielo donde las nubes y la luz solar impedía ver de donde salían. Antes de que nos diera tiempo a reaccionar se clavó uno en el globo y otro en mi mano salvándome entre sollozos de una caída mortal.
-Menos mal que he sabido sufrir a tiempo para poder continuar, de otra forma ya estaría en las ultimas instancias del viaje.
Por nuestro propio peso el gancho descendió hasta el mar cerca de las orillas de la ciudad donde se podían apreciar disimuladas grandes bocas de alcantarilla que vertían todo tipo de salivas y palabras a la inmensidad. Entre la corriente de la desembocadura y el oleaje propio del medio nos vimos cayendo adentro del angustioso vació oscuro poco a poco entre burbujas que nos abandonaban a nuestra suerte para escapar a ser parte del todo a su antojo en la mas amable inmensidad del aire.
-Mírame a los ojos.- Y nos cogimos de la mano bajando según la luz nos iba abandonando quedándose en la superficie del mar. Pero al tocar la arena mi pie se dio con un a gran calavera que nos invitaba a entrar por su cavidad ocular. Dentro del cráneo vació había una burbuja de aire y un foramen mágnum de luces de neón, usamos las costillas como escalera hasta el fondo de su tripa donde decidimos ante la incerteza dejarnos llevar por lo que sea que nos saliera en aquella desesperada y extraña situación y comernos a medias la amígdala podrida del pobre cadáver del gigante del mar. Nada mas acabar de nuevo la esperanza nos subió por la sangre hasta embriagarnos casi al instante, dejándonos unas eufóricas ganas de vomitar que al saciar empezaron a llegar el agua del mar de colores que no son capaces de apreciar los ojos humanos pero si la fauna marina. Así empezó a rebosar el mar desde dentro de un olor especial que subió por las grandes bocas de alcantarillados donde desembocaban la ciudad y tiñeron las casas, a través de los excusados mugrientos de un curioso olor a sal y mierda que llevo un poco de inspiración a las paredes de las casas. Algunas personas sonrieron por un instante otras ignoraron el suceso pero el hecho de aquel curiosa percepción incito a un pobre y anónimo chaval a pintar otro retrato similar a este en la pared de su habitación.
-No llores, hicimos algo de gran valor.- Le dije tras vaciar nuestras entrañas del color y notar como nos empezábamos a ahogar de agua de mar contaminada por la escoria de la vieja ciudad blanca. Estamos cerca de otra vivencia, que es lo único que podemos realmente deleitar.
-Te quiero mas que a las estrellas.- Pronunció ella bajo el mar antes de empezar a desaparecer nuestras mutuas presencias, dejando un inmenso vacío que vi confundir con el todo antes de morir en el vientre del cadáver de aquel extraño animal.
jueves, 17 de diciembre de 2015
Tu voz en el fondo de mi mente deseando que se cree el silencio
-Esta bien, dijo al dejar de mirar el suelo. Cuesta volver a creer que su gesto es honesto-
Por donde empezamos? Viviendo la esperanza se destiñe de un cruento color marrón una vez llega y se planta en el negro de tus pupilas.
-Esta vez podrías caer dormida volver, soñar con iglesias francesas que puedas representar.
-Hasta donde pretendes llegar?- Ni lo sabia ni me importaba, aquella noche la niebla cubría desde las montañas hasta las mas cercanas vallas entre estas y las casas de piedra a mano.
Quieres que te responda o prefieres encontrar una suposición que te haga quedarte tranquila y relajada para dormir, después de muchas noches en vela, de una sola tirada.
-Pareces alterada. Porque no escuchas esta noche a los ecos metiendo la cabeza debajo del agua? Para eso hemos llegado hasta este lugar alejado de toda ciudad en medio de la inmensa nada lo más visiblemente artificialmente lejana.
Esquivar balas y flechas era la especialidad de la casa. Entre cada puesta de sol había mil trampas que afrontar.
- Esta vez no voy solo- me atreví a continuar- me acompañaran desde la isla hasta la más empinada montaña que seamos capaces de encarar.
- Porque no te llevas también un poco de paz mental que servir con el mate? Y porque no me evades hasta caer en lo mas alto de una escalera de revote sin mirar de mantener el equilibrio en el ultimo de los escalones. Esta vez podría ser una culminante, que mas da si al fin y al cabo tu elijes donde poner los puntos y aparte. Sigue mirándome, no apartes la mirada. Esta noche es única y cada mañana que recordemos algo nuevo es una vieja esperanza.
Me pareció ver pasar un ángel por detrás sin poderlo mirar, al mantener la mirada clavada en la pupila dorada de la chavala. Esta vez salia de verdad luz de su lagrimal.
-Déjate la antigua piel atrás y desgasta la nueva, antes de exponerla en una vitrina debe estar teñida de mil mierdas que recojas de la basura. Donde están las caras que nos miraban antes de dejar fija nuestra atención en la mutua cara?
- Creo, sin mas claridad, que las dejamos en el fondo de la mochila junto al diverso equipaje que traje para no caer en la sobriedad demasiado pronto.
Le di permiso para continuar observando mas allá de la profundidad y salió de entre la niebla una nueva ciudad nunca antes vista por nosotros. Blanca como el lomo de un caballo hambriento encerrado junto a la autopista. Con pequeños habitantes escondiéndose en el fondo de las esquinas de diversos retorcidos edificios vacíos y silenciosos. El único ruido parecía ser los pájaros que nos dedicamos a buscar por toda la ciudad por puro aburrimiento. Al encontrarlos todos de tanto desear verlos volar se nos creó las ganas de encontrar un globo aerostático en el que poder marchar y ver desde la lejana perspectiva las fronteras de aquella misteriosa ciudad. Tal fue la ilusión que al pasar por un museo en el fondo del agujero que alguien había dejado en un lateral de una habitación vacía se podía apreciar el esperado medio de transporte. El morboso misterio de a donde nos llevaría nos empujó como una anfetamina a soltar los sacos de arena para llenar nuestros orificios de esta extraña sensación de artificial que se iba confundiendo con nuestro deber natural según se alejaba el globo con nosotros en el fondo por la cúpula abierta del museo de la blanca ciudad
Por donde empezamos? Viviendo la esperanza se destiñe de un cruento color marrón una vez llega y se planta en el negro de tus pupilas.
-Esta vez podrías caer dormida volver, soñar con iglesias francesas que puedas representar.
-Hasta donde pretendes llegar?- Ni lo sabia ni me importaba, aquella noche la niebla cubría desde las montañas hasta las mas cercanas vallas entre estas y las casas de piedra a mano.
Quieres que te responda o prefieres encontrar una suposición que te haga quedarte tranquila y relajada para dormir, después de muchas noches en vela, de una sola tirada.
-Pareces alterada. Porque no escuchas esta noche a los ecos metiendo la cabeza debajo del agua? Para eso hemos llegado hasta este lugar alejado de toda ciudad en medio de la inmensa nada lo más visiblemente artificialmente lejana.
Esquivar balas y flechas era la especialidad de la casa. Entre cada puesta de sol había mil trampas que afrontar.
- Esta vez no voy solo- me atreví a continuar- me acompañaran desde la isla hasta la más empinada montaña que seamos capaces de encarar.
- Porque no te llevas también un poco de paz mental que servir con el mate? Y porque no me evades hasta caer en lo mas alto de una escalera de revote sin mirar de mantener el equilibrio en el ultimo de los escalones. Esta vez podría ser una culminante, que mas da si al fin y al cabo tu elijes donde poner los puntos y aparte. Sigue mirándome, no apartes la mirada. Esta noche es única y cada mañana que recordemos algo nuevo es una vieja esperanza.
Me pareció ver pasar un ángel por detrás sin poderlo mirar, al mantener la mirada clavada en la pupila dorada de la chavala. Esta vez salia de verdad luz de su lagrimal.
-Déjate la antigua piel atrás y desgasta la nueva, antes de exponerla en una vitrina debe estar teñida de mil mierdas que recojas de la basura. Donde están las caras que nos miraban antes de dejar fija nuestra atención en la mutua cara?
- Creo, sin mas claridad, que las dejamos en el fondo de la mochila junto al diverso equipaje que traje para no caer en la sobriedad demasiado pronto.
Le di permiso para continuar observando mas allá de la profundidad y salió de entre la niebla una nueva ciudad nunca antes vista por nosotros. Blanca como el lomo de un caballo hambriento encerrado junto a la autopista. Con pequeños habitantes escondiéndose en el fondo de las esquinas de diversos retorcidos edificios vacíos y silenciosos. El único ruido parecía ser los pájaros que nos dedicamos a buscar por toda la ciudad por puro aburrimiento. Al encontrarlos todos de tanto desear verlos volar se nos creó las ganas de encontrar un globo aerostático en el que poder marchar y ver desde la lejana perspectiva las fronteras de aquella misteriosa ciudad. Tal fue la ilusión que al pasar por un museo en el fondo del agujero que alguien había dejado en un lateral de una habitación vacía se podía apreciar el esperado medio de transporte. El morboso misterio de a donde nos llevaría nos empujó como una anfetamina a soltar los sacos de arena para llenar nuestros orificios de esta extraña sensación de artificial que se iba confundiendo con nuestro deber natural según se alejaba el globo con nosotros en el fondo por la cúpula abierta del museo de la blanca ciudad
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