jueves, 9 de julio de 2015

¿Animales o racionales?

La cima de la montaña evolutiva, el súmmum de la naturaleza, la cúspide del ecosistema. Así nos hacemos llamar los seres humanos, y sin embargo, nuestro orgullo racional, nos hace caer en falacia.  Cuanto más seguros nos sentimos de nuestra superioridad como especie, es cuando más primitivas son nuestras conductas. Tras más de 4000 años de desarrollo intelectual, las relaciones sociales siguen imitando conductas animales, la gente es más amiga en ámbito laboral o estudiantil común, por pura necesidad, para aumentar las posibilidades de supervivencia, no por amor al prójimo. Las relaciones sentimentales no son por un amor mutuo nacido en las experiencias comunes, sino en la lucha, cada macho se enfrenta a si mismo contra el millar de enemigos de su misma condición que persiguen como él  posibles parejas. Los varones siguen queriendo mostrar su superioridad, alcanzar la idea platónica de hombre, pero no por su realización personal, sino para alimentar el ego del que nos ha hecho esclavos la razón. Las mujeres siguen cumpliendo los patrones recolectores, intentando alcanzar su propia idea platónica, tampoco por un fin digno, sino por la búsqueda de la comodidad que le supone el poder acceder a cualquier hombre a partir de su líbido. Y es este el problema que más destroza la sociedad. La tecnología nos ha aportado tantas comodidades, que hemos olvidado tareas que en fases más primitivas de la evolución desempeñabamos sin el más mínimo esfuerzo, y ahora, atiborrados de lujos, seguimos buscando formas de esforzarnos todavía menos. ¿Eso nos convierte en animales condenados al raciocinio, y es éste incompatible con nuestro carácter animal? ¿O es nuestro carácter animal más fuerte que nuestra protorazón, aun en fase primitiva, lo que nos impide encontrar el equilibrio en la naturaleza?

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