jueves, 30 de octubre de 2014

Muertos de Hambre

Mis dedos recorren las teclas, dibujando en el monitor caracteres que aparentemente sin sentido, crean historias. Iluminado por la tenue luz del arte, los reflejos de mis dedos en las paredes se asemejan a los fluidos movimientos de un bailarín de ballet, a los ojos chispeantes de satisfacción de una estatua humana al recibir una moneda, a los firmes pies de joven circense sobre la cuerda floja. Mis dedos crean besos de escarcha, parajes infinitos, noches malditas y llamas de frío incandescente que entretienen a los más incautos. No cambio la quejumbrosa luz del arte por la brillante luz de la ciencia al igual que no cambiaría a Benedetti por cualquier científico, por inteligentísimo que fuese. Sin saber sobre que escribo, sin saber el porqué lo hago, sin saber si por ello me moriré o no de hambre: soy escritor, soy artista y nada puede cambiarme.




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